El toledano Francisco Cervantes de Salazar (1514-1575) fue el primer cronista «oficial»1 de la Ciudad de México. Él mismo se encargó de solicitar el título a través de una carta al monarca en 1567, «en la que hace relación de sus servicios y suplica que se le haga merced “del cargo de coronista en latín o en castellano y de alguna otra dignidad”»2. Con todo y haber sido amigo del conspirador Martín Cortés, el rey cumplió su capricho y hasta lo hizo rector de la universidad ese mismo año. Seguro habrá ayudado que fuera primo de Alonso de Villaseca, el hombre más rico de la Nueva España en aquel entonces. Pero además era listo y muy culto.
Basándose en otros cronistas y asimismo en sus propias pesquisas, Cervantes de Salazar envió a España un manuscrito de su Crónica de la Nueva España un año antes, luego de casi una década de acucioso trabajo, supervisado todo el tiempo por el cabildo de la Ciudad de México, que era quien pagaba su sueldo.
El primer capítulo del libro sexto lleva por título «De un extraño caso que a Moctezuma acaeció estando determinado de salirse de México». Trata de una leyenda que se contaba mucho en el siglo XVI sobre una supuesta huida de Moctezuma II al enterarse del inminente arribo de los españoles en 15193. Enseguida me tomo la libertad de reescribir el relato a mi modo para el disfrute del lector.
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