En marzo de este año escribí la siguiente crónica para Mi Valedor, proyecto que apoya la reintegración sociolaboral de poblaciones vulnerables de la Ciudad de México. La comparto con la intención de promover la edición 33 (estos son los puntos de venta).
Tres cines para adultos, por no dejar
Hasta dónde yo sé, sólo quedan seis cines en el Centro Histórico. Uno de ellos, un cineclub en la calle de Cuba. Otro, un Cinemex feo en la esquina de Balderas y Colón. Luego está la Casa del Cine, de interesante programación, sobre República de Uruguay. Los tres restantes son de películas porno. Decido visitarlos, un lunes cualquiera, para escribir esta crónica a la que conviene echar cloro, Pinol, amoníaco.
Nunca voy al Savoy
Entro al pasaje del Cine Savoy, que parece locación de Buñuel, pero de sus últimas películas. Se siente uno en París, en Toledo. En la Ciudad de México technicolor de doña Silvia Pinal. A decir verdad, es más pasaje de la Camisería Royal que del cine. Y de la barbería y los mazapanes, pero también hay un FedEx. A un lado, sobre 16 de Septiembre, el local del restaurante Prendes, que ahora aloja un bufet chino. Al fondo, mi destino con su logotipo atrevido, violáceo, neón. Su logotipo nefando.
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