«Nunca se había hecho una exposición tan exhaustiva sobre estos dos personajes», me cuenta Cristóbal Arias, director de la Casa Rivas Mercado. «Ni por separado ni mucho menos juntos.» El motivo, los 120 años de sus natalicios.
Este espacio en la colonia Guerrero resulta idóneo toda vez que ambos mantuvieron un vínculo importante con la escritora y mecenas Antonieta Rivas Mercado, según me explica el también curador de la exposición junto con Renato Camarillo.
«De imagen y palabra, Dolores del Río y Salvador Novo» está abierta al público en Héroes 45 hasta el 30 de marzo de martes a domingo entre 10 y 15:00, sólo hay que sacar cita por WhatsApp (55 8320 9195). Cuesta $40 pesos y hay opción de visita guiada sin costo adicional los sábados y domingos a las 10 y 12:00.
Lo primero que aprendí al recorrer esta exposición de la mano de Cristóbal es que Dolores del Río era pariente cercana de Francisco I. Madero. Por cierto que también de Ángeles González Gamio, según me ha contado ella misma.
Enseguida comparto otros datos sueltos.
Por ejemplo que Dolores y Antonieta se conocieron de niñas en una escuela de ballet de la colonia Juarez, siendo la primera cuatro años mayor. Ambas familias eran cercanas socialmente.
No se ha podido encontrar el acta de nacimiento de Novo, pero sí la de Dolores. En ella podemos conocer los verdaderos apellidos de la duranguense, así como la hora en que nació (¿algún astrólogo en la sala?):
Ahora dos imágenes que no necesitan explicación ni contexto:
También esta muestra presenta un grabado que le hizo Roberto Montenegro a Dolores del Río a finales de los años veinte. Igual un dibujo de 1940 de Manuel Rodríguez Lozano. No les tomé fotos porque es más padre antojar. Son obras que no se habían expuesto antes y es mejor no arruinar la sorpresa.
Sépase, por cierto, que Montenegro también hizo un retrato de Salvador Novo hacia 1925 que por desgracia se encuentra perdido.
Salvador y Dolores se conocieron en Hollywood a través del pintor Adolfo Best Maugard y aquí los vemos a los tres cenando con Orson Welles en 1942:
Tampoco quiero mostrar el vestido que usó Dolores en presencia de Edwin Carewe, uno de los primeros directores de Hollywood, en una fiesta ofrecida por Best Maugard en la Ciudad de México. Es de lunares tipo flamenca. Aquella noche el director quedó prendado de la actriz al grado de ofrecerle una carrera en el gabacho. Allá aprendió inglés y fue de las pocas actrices que transitaron sin problema del cine mudo al sonoro.
Igual de prendado quedé yo cuando Cristóbal me contó que el primer soundtrack del mundo lo grabó Dolores del Río. Fue para Ramona (Edwin Carewe, 1928), película muda que de todos modos tuvo una canción (grabada con la ayuda de un teléfono):
Tal vez comparto datos que todo el mundo conoce, pero para mí son novedad.
Y como ya fue mucho Dolores, volteemos un momento a ver a Salvador Novo cuyos libros —no todos— se exhiben en una vitrina (el de Monterrey y otros, prestados por un servidor):
¿Ustedes conocían este disco? Yo tampoco. La foto de portada fue tomada en su calle, nombrada en honor del cronista en 1968, en el barrio de Santa Catarina en Coyoacán. Era vecino, vecinísimo, de Dolores cuya casa puede verse a un ladito:
Ambos fueron colaboradores para el documental Mexico, ciudad de los setentas (1968), que se proyectaba en los cines antes de las películas en el contexto de los Juegos Olímpicos y supongo también por el Mundial del Futbol del 70. Novo hizo el guion, mientras que ella fue la presentadora. Es un video difícil de encontrar, pero en esta exposición se presenta completo.
Este, por cierto, es el exlibris de Dolores (¿algún grafólogo en la sala?):
¿Sabían ustedes que ella fue la primera presidenta del patronato del Cervantino? Tal parece que ocupó el cargo cinco o seis años y ella fue quien escogió la ciudad de Guanajuato para celebrarlo.
Corran a ver la exposición. Corran la voz.