Hace mil años que vivo en el Centro Histórico de la Ciudad de México y gracias a mi curiosidad de gato doméstico he podido recorrer prácticamente todas sus calles, llegando a conocer sitios bastante privilegiados como la casa del siglo XVII del Callejón de Ecuador, el museo privado de la Casa Sauto, la azotea beisbolera del Deportivo Guelatao, la llamada casa de la marquesa de Uluapa sobre 5 de Febrero, la Sala Capitular de la Catedral, Guatemala 84 y hasta los separos del Ministerio Público de Paraguay 35, así como el Ágora, que debe de ser el museo más difícil de visitar.
Con todo, aún me falta entrar a varios y quizá sea el momento de aceptar que eso nunca va a ocurrir. Enseguida comparto una lista de nueve, pero obvio hay más.
Antigua Alhóndiga / Casa del Diezmo
Aquí leo que «el patio original, bordeado por columnas con capiteles toscanos, está intacto» y es una tristeza que jamás podré apreciarlo en persona. Hace tiempo que pertenece al INAH y eso sólo quiere decir que el policía de la entrada va a enojarse si vuelvo a ir por enésima vez a preguntar si hay chance por lo menos de asomarme.
Gracias al libro Hablemos de la ciudad (Porrúa, 2010) de Alejandro Rojas y Ricardo Colina me entero de que ya en 1620 se estableció aquí una alhóndiga para la compraventa de granos, aunque mudándose en algún momento del siglo XVIII al Ayuntamiento, por lo que este bello edificio empezó a usarse como casa del diezmo de la arquidiócesis. En la fachada se conserva un escudo de las autoridades eclesiásticas que dice: «Troxe donde se venden las semillas de los diezmos de la Iglesia Catedral».
Posteriormente se volvió vecindad y hacia 1930 se encontraba en pésimo estado. Por fortuna, el INAH lo remodeló hace varios años y, con todo y policía malhumorado a la entrada (o el malhumorado soy yo), podemos agradecerle a esa instancia.
Enfrente llama la atención un puente reconstruido, creo que de los años ochenta, que evoca el desembarcadero del Paseo de Santa Anita. Es decir que aquí venía a morir el canal de Mexicaltzingo, que era la continuación del de la Viga, encontrándose con otros dos, el primero más importante que el otro: la acequia Real y la de los Siete Príncipes (hoy Corregidora y Zapata, respectivamente). Esto último lo sé por Las acequias en la Cuenca de México (Ediciones Navarra, 2017) de Alejandro Jiménez Vaca.
Casas del Portal de Santo Domingo
En alguno de mis libros ya he contado cómo fui asaltado en este portal que, sin embargo, sigue siendo uno de mis lugares favoritos del Centro. Me encanta que se mantenga vigente, con tanta vida, y a la vez suponga un viaje instantáneo a la ciudad dieciochesca.
Por eso da coraje que autoridades corruptas hayan permitido la construcción de una terraza ruidosa sobre la Casa del Nacimiento, que es la que hace esquina con Cuba.
Por otro lado, resulta imposible conocer el interior de las otras tres o cuatro casas, so pena de participar en algún acto ilícito. Ojalá algún día se retome el control de estos espacios que en gran medida son operados por un grupo ¿terrorista?
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